6 meses

Imagen de Anoia
Anoia
26 Octubre 2018

Hola a todos,

hace más de un mes que no escribía por aquí aunque entro mucho con el móvil para leer los viejos blogs, pero ayer cumplí 6 meses sin fumar y quería dejar unas palabras para los que se van incorporando.

Qué decir, pues mucho y poco a la vez: fumar ya no forma parte de mi rutina, ni lo veo en mi entorno, ni me entristece no hacerlo, pero queda aún esa sensación de estar esperando a que ocurra "algo" y al mismo tiempo el convencimiento de que, sea lo que sea ese "algo", no consistirá en fumar.

Desde que lo dejé he pasado de todo: ansiedad, irritabilidad, tristeza, depresión, confusión mental y hasta conflictos de identidad; no han sido estados sucesivos, sino que vienen y van, juntos o por separado, como una montaña rusa emocional, pero todos ellos han tenido en común que mientras los vivía creía que durarían para siempre. No importaba cuánta gente repitiera una y otra vez que aquello era temporal, yo era distinta, yo pertenecía al club de los sufridores y debía volver a fumar o resignarme a que el resto de mi vida estaría así de jodida por haber fumado. Como quien coge una gripe fuerte y ya está casi firmando el testamento. Ahora os lo puedo decir, a vosotros y a mí misma: es temporal.

He engordado unos cinco kilos; curiosamente los controlé mejor al principio con mucho ejercicio, pero ahora "se acerca el invierno", se va la luz, se va el calor y cuesta mantenerse en movimiento. Me he apuntado a clases de baile, mi asignatura pendiente desde hace muuuuchos años, y aunque muero de vergüenza por mi torpeza,ya es más de lo que nunca había hecho para mejorar. No es que ahora haga más cosas -que sí las hago- ni me haya vuelto más capaz -no lo soy-, pero he interiorizado al fin lo que todos sabemos: que caminar es poner un pie delante del otro y para hacer algo primero hay que intentarlo, no un día, ni dos, ni tres, sino durante mucho tiempo. Que eso que llamamos voluntad no es sino una combinación de constancia para hacer y paciencia para no hacer, y todo lo demás -el deporte, las infusiones, los diarios eternos, los foros y respiraciones-, son simples "quitamiedos" para no pasarnos el viaje mirando al precipicio.

Quizás lo que peor sabor de boca me deja es que, después de haber leído tantas cosas sobre el tabaco, tantos testimonios, artículos científicos, libros y métodos, sé lo mismo que al principio: hay unas fases comunes -las del síndrome de abstinencia- pero después a cada uno le afecta de distinta manera porque todo es mental, TO-DO, y eso lo hace mucho más terrible, porque de cómo funciona la mente no tendremos ni puñetera idea,  pero en manipularla para autodestruirnos somos cum laude. No existe ningún "monstruito", ni enemigo interior, ni nada; ¡el mono eres tú!

Sobre la famosa motivación, vale, sí, hay que "querer dejarlo", pero tampoco tiene que estar escrito en piedra. Yo pasé mucho tiempo "queriendo dejarlo sin querer dejarlo", es decir, quería no tener ganas de fumar para así dejarlo de una vez. De ahí lo de reducir y controlar el consumo. Pero cuando sentí que había llegado a una vía muerta y apenas me empezaba a plantear el abandono total busqué información unos pocos días y me lancé irreflexivamente.

El convencimiento vino con el propio proceso de abandono, porque ahí comprendí lo que significa ser adicto a una droga, que no es sólo echar de menos lo que te aporta como sustancia, o la dependencia física, ni siquiera el hábito o dependencia conductual, sino lo que te quita, la capacidad de estar en paz dentro de tu propia cabeza, de ser feliz o infeliz en tus propios términos. Porque el tabaco no sólo nos esclavizaba cuando fumábamos -lo que ahora vemos como evidente-, sino que lo sigue haciendo mucho después, cada vez que le damos demasiadas vueltas al tema y tenemos que esforzarnos para no fumar. No permitir que el cigarro nos anule ni condicione nuestra vida una vez lo dejamos es la verdadera "larga marcha", y en ese camino andamos.