Los días previos a dejarlo, cuando el hecho aún era una mera
idea que estaba empezando a considerar y, por tener alguna
información y practicar el idioma me registré en una web del gobierno alemán,
www.rauchfrei-info.de; que sin ser ninguna maravilla te obliga a
establecer una fecha para dejarlo no superior a 21 días después, lo
que generó un compromiso conmigo misma del que carecía. También
sirve para llevar el conteo de cigarrillos y te da consejos
preparatorios diarios de cómo afrontar los retos de antes y después
de dejarlo (y un foro, pero estas cosas uno necesita contarlas en lengua materna).
Leyendo sobre las distintas fases (pre-contemplación,
contemplación, preparación y acción) me di cuenta de que llevaba
años en la fase de contemplación y sin saberlo ya había dado
muchos de los pasos de la siguiente: saber cuánto y cuándo se fuma,
controlar el número, limitar los lugares y contextos para fumar, cambiar algunos hábitos
etc. El test me daba una dependencia media, porque casi todos mis
cigarros se concentraban en las horas de la mañana. Leí
experiencias de fumadores en blogs y vi que muchos lo habían dejado
con pura voluntad tras muchísimos años a dos paquetes diarios y
pensé que si ellos podían lo mío tenía que estar chupado. Me vi
tan motivada... sabía que aquella buena disposición no duraría
demasiado, porque suelo alternar momentos de impulsividad con
periodos de desidia, así que aproveché el tirón para adelantar mi
fecha.
Fumé el último cigarro el miércoles, 25 de abril, sobre las
21:00. Solo el pensar que después no habría más me generó cierta
ansiedad; lo agoté hasta el filtro y no me supo bien, como cuando
fumaba más de lo acostumbrado.
(Estas son las impresiones que fui anotando los primeros días, las publico en varios posts para no hacerlos demasiado largos)
Primer día sin fumar
No sé por qué, pero de las experiencias que había leído estaba convencida de que el proceso sería
una sucesión de momentos con ganas de fumar, que tendría
que superar, asociados a aquellas veces en que fumaba; esto es,
tantos momentos de ansiedad como cigarrillos solía consumir, pocos, y que si los aguantaba unos minutos el resto del día
estaría bien; pero no se parece a eso para nada. Cuando fumaba era
más fácil aplazar un cigarro, porque sabía que después iba a tener uno de todas formas. Ahora es una sensación permanente que no
desaparece, la impresión de que me falta algo, de que las cosas
están incompletas. Como cuando comes y te apetece postre,
que si no lo tomas parece que no terminas de quedarte a gusto, pero
prolongado en el tiempo y con absolutamente todo. Después de cada comida, en los descansos
entre horas de estudio, cuando me aburro, después de un capítulo de
una serie. En general, al terminar cualquier actividad, esto es, los descansos, pequeños espacios propios de paz entre el agobio de "lo que hay
que hacer".
-Sufro una desazón continua, nerviosismo, necesidad de mantenerme haciendo
algo, especialmente con las manos. El tiempo pasa muy, muy despacio,
los tiempos muertos entre tareas son duros, simplemente no sé qué
hacer. Las tareas para desviar la atención como limpiar o recoger no terminan de
ayudar, porque son actos muy automatizados, dejan demasiada vía
libre para pensar mientras los haces. Es más fácil cuando hay que
hacer algo fuera, ya estaba acostumbrada a no fumar en esas
situaciones. Creo que si trabajara en una oficina o tuviera que ir a clase me sería más sencillo.
-No he salido al balcón, que es donde solía fumar, temo que me
den más ganas. Solo deseo que pase el día, no he disfrutado de
nada. Sólo he conseguido olvidarme por un rato en fisioterapia, hoy era
mi última sesión y en un ratito de bici por el parque.
-Una hora después de acostarme me desperté de golpe, muy
agobiada, fue parecido al inicio de un ataque de pánico pero lo
corté de golpe. No tuve más problemas para dormir.
Segundo día sin fumar
-Me he levantado bien, sin sueño, respirando profundamente, sin los mocos
habituales. El desayuno me ha sabido mejor que otros días, debe ser
cierto que mejora el sentido del gusto. Pero al terminar el café y
pensar en las cosas del día fue como si se contrajeran de repente
las vías respiratorias y tuviera que respirar por un tubo muy fino.
Ansiedad.
-Tengo hambre a todas horas; intento aplacarlo
con té y chocolate negro de 85%, que además de ser mi favorito
tiene menos azúcar, pero enseguida vuelve. Me han empeorado mucho las hemorroides, no es un tema bonito,
pero qué le voy a hacer, como en los anuncios, "deja de sufrir en silencio".
-Uno de mis versos favoritos de Garcilaso "Cuando
me paro a contemplar mi estado", es la enunciación perfecta de
lo que hago de continuo, pensar en lo que fue, lo que no fue, lo que debía haber sido y lo que quizá será. Se
me hace dificilísimo actuar, y ahora que tengo el run-run del
cigarro en la cabeza eso no ayuda nada. Dicen los psicólogos que
cuando piensas que haces algo tu cerebro reacciona como si ya lo
hubieras hecho de verdad, por eso la novela ya la hizo el fantasma en
tu cabeza y no hay necesidad de sentar el culo para escribir en el
más acá. Pienso en fumar y pienso en resistir como alternativa a
fumar, y así pasan las horas.
-Tengo que estudiar para la
UNED y mil cosas más. Ya me estaba costando ponerme a ello antes de
dejarlo, ahora se me hace casi imposible sentarme y dedicar media
hora seguida a una actividad mental. Por la noche he ido al cine con
mi marido, que al precio que está me lo concedo como premio; nada más empezar los anuncios sale uno de mi marca de
tabaco habitual, estupendo. Después de la peli me iría a tomar una
cerveza, pero me imagino deseando un cigarro y sintiéndome
miserable, prefiero volver a casa.
Razones para dejar de fumar:
Escribir me ayuda, ocupa las manos y el pensamiento, y hago muchas
listas, es una terapia/forma de procrastinar sin remordimiento que
llevo muchos años empleando cuando me siento atascada en algo o no
sé qué hacer. Te suelen recomendar que elabores una lista de
razones para dejar de fumar (y que la lleves siempre contigo para
leer en los malos momentos, visto fríamente es un poco ridículo, la
verdad). Así que hice la mía:
-
Vivir más y con mejor calidad de vida: esta es la
causa más obvia y supongo que compartida. Digamos que ya no veo tan
lejos ese momento en que me queden más años vividos que por vivir.
- Demostrar y demostrarme capacidad de afrontar problemas y,
sobre todo, de tomar control sobre mi vida.
- Correr sin asfixiarme. Esto es una hipótesis
a prueba. La cosa es que hago muy poco ejercicio y he sufrido tanto
en mis últimos intentos que ya directamente ni me molesto. Pero
cuando estaba en el que se supone debía ser mi mejor momento
físico, con 20 años y corriendo 8 kilómetros diarios, ¡sufría
igual!, no podía respirar por la nariz ni controlarme con un
pulsómetro porque pitaba nada más empezar, hasta en reposo a
veces; tampoco podía conversar durante el entrenamiento, ni a trote
cochinero. Mis marcas mejoraban porque mi musculatura era más
fuerte, mentalmente conseguía prolongar la carrera o dar zancadas
más largas pese al sufrimiento, pero este no desaparecía, siempre
corría asfixiada desde el primer minuto y es algo que me reconcome.
Pasé casi dos años entrenando a diario hasta que, por una sola vez
y una sola carrera, alcancé esa especie de "estado zen"
del corredor, en el que notas que todo, músculos y respiración, se
sincronizan en perfecta armonía; es una sensación que no he vuelto
a tener nunca. Pero bueno, a estas alturas no estoy por ponerme a
correr maratones, solo mantener un trotecillo constante sin la
sensación de que me va a dar ataque cardíaco ahí mismo.
- Mejorar concentración. Dejar de fumar causa
problemas de concentración, debido a la ansiedad, pero es que yo ya
sufría ansiedad diaria al controlar el número de cigarros,
retrasando el siguiente con requisitos tipo "hasta que no
estudie dos horas no fumo". Cualquier actividad mental
mínimamente exigente tenía siempre esa línea de pensamiento en
segundo plano: "a ver si llega ya la hora del descanso",
"huy, qué hambre tengo, voy a por café y a picar algo",
"mira, un Whatsapp mi madre, voy a chatear un rato con ella"...
todo esto lo hacía fumando, claro.
- Reducir la ansiedad: al menos la que
viene causada por la abstinencia del cigarro, que espero desaparezca
tarde o temprano.
- Tomar la píldora. Debo tomarla por
prescripción médica y no lo hacía por fumar. Aparte de los mil
efectos secundarios inherentes al chute hormonal, fumar en
combinación con la píldora, especialmente a partir de los
cuarenta, aumenta en gran medida las probabilidades de una
trombosis.
- Dientes blancos: nunca me han preocupado en
exceso en tanto se mantengan sanos, pero con los años y pese a las
limpiezas anuales se empieza a notar ese tono amarillento que da un
poco de repelús
- Ejemplo para mi hija: no estaba muy alto en la lista
porque no creo que mis hábitos sean un factor decisivo para ella
frente al peso de otros elementos como la tolerancia social o el
entorno de iguales. Además, pensaba que, bueno, si llegaba a pasar
tampoco era tan terrible, siempre estaba ahí la posibilidad de
dejarlo tempranamente. Yo he consumido otras drogas, he tenido
incluso una época de beber bastante más de lo considerado
"social", y sin embargo hoy día no me cuesta en absoluto
no consumir o tomar solo unas cervezas de vez en cuando. El problema
es que de lo que leo empiezo a sospechar que, cuando algo ha llegado
a convertirse en adicción, nunca
retornas
al estado anterior,
que ese vacío se queda ahí contigo, por eso hay quien lo
deja una década y aún así vuelve a caer. Ante ese panorama y dada
la facilidad para volverse un adicto, el mero hecho de empezar es
una condena a perpetua. Niños, no fuméis.
- Valoración social: No es ya que fumar, antes algo
tan transversal, hoy se catalogue como poco menos que puro incivismo
equivalente a mear en la calle, ahora es también una marca de
estatus social, cada vez más ligada a las clases bajas, que ya
sabemos lo bien que se las trata en todas partes.
- Por la parte económica la verdad es que poca motivación
tenía, pues según mi contabilidad casera gastaba de media unos 15
euros al mes, mucho tiempo iba a necesitar para llenar una hucha.
Tercer día sin fumar
Efecto positivo inesperado: sexo espectacular, ni cansancio ni presión en el pecho. Habrá a quien esto le asombre, pero yo en momentos de audacia y entusiasmo singular he tenido hasta mareos, de los que parece que te vas a quedar en el sitio.
He dejado fluir el día haciendo más bien nada, como es fin de
semana me lo puedo permitir sin mucho remordimiento. Un ratito
tumbada en el parque con una cerveza de trigo. Estoy contenta, pensé en fumar, pero
lo llevé bien.
Cuarto día sin fumar
-La sensación que más me asombra de este proceso, por frecuente e inesperada, es
la TRISTEZA, una tristeza enorme e incomprensible. De verdad que
abandonar el cigarro es como un duelo. Cualquiera diría que es el
tabaco el que me ha dejado a mí y no al revés.
-Hoy me han sorprendido varios olores fuertes en el baño, a
químicos. Después de mucho mirar me di cuenta que venían de las
toallitas húmedas, aunque están dentro de una caja de plástico
cerrada y los algodones de la papelera con restos de potingues
varios. Nunca me había dado cuenta de que olían así.
-Lo del sentido del gusto es raro, no es ya que algunas cosas
sepan mejor, es que otras directamente saben distinto, como si las
probara por primera vez. Creo que cocinaba con demasiada sal.
-Sigue la desazón, me obsesiono leyendo y releyendo páginas en
internet, diarios digitales de ex-fumadores y foros. He encontrado
uno particularmente interesante, una mujer que lo dejó con pastillas
en su tercer intento (Nota: me refiería a esta web, claro), me gusta porque explica sus vivencias día a
día, sobre todo al principio, y, particularmente, lo que piensa. No
se centra tanto en los síntomas físicos, sino más bien lo que le
pasa por la cabeza. También hay un foro con posts
interesantes. Me ha tranquilizado un poco leer esto:
http://www.miluchacontraeltabaco.com/blogs/lucho65/seguimos#comments
[...] Me llamó
mucho la atención esta Navidad, despues de una buena cena, como una
familiar que lleva más de 20 años sin fumar.- y fue un fumador
empedernido.- como trás el postre y los fumadores encender un
descomunal COHIBA, como se le quedan los ojos en blanco y se relamía
los labios e incluso les pide que le dieran uno. Le duró apenas unos
segundos. Debo ser claro con vosotr@s. Yo por lo menos, tendré que
estar "al loro"toda mi vida.
También un chico,
comentaba en un foro de intermet, que después de 8 meses ó 1 año
sin fumar.- creo recordar.- que ya no se acordaba del tabaco. que
para él era como si viera una anuncio de Mcdonald y le apeteciera
comer una hamburguesa. Enseguida desechaba la idea y seguía su
camino. Me animó bastante.
Hola,
yo
creo que la descripción de ese chico es buena; lo que me dicen mis
siete años sin fumar es que nunca lo olvidas, pero nunca lo deseas;
te viene de vez en cuando la idea a la cabeza, sobre todo si ves algo
que te lo recuerde, o si te vuelves a poner en una situación en la
que siempre fumabas y en la que no has logrado crear un hábito
nuevo, pero no te cuesta nada decir que no; de hecho, ni siquiera te
lo planteas en serio; solo es como un recordatorio para uno mismo: "¿
y si fumara uno?", "no, yo no fumo", y ahí se acaba.
Estoy
leyendo lo que estáis comentando y ahora tenéis mucha prisa, todo
el mundo la tiene, que conste, en saber cuando va a abandonaros el
deseo de fumar, si son dos, tres meses, o años, o toda una vida; y
creo que cuando los "viejos" decimos que dura siempre
estamos creando una imagen errónea, muy dura, muy esforzada de lo
que es el camino del no fumador.
Veréis,
hasta donde yo puedo contar por mi experiencia; el deseo fuertísimo
de fumar, lo que llaman craving,
dura muy pocas semanas,
no es uniforme, y depende de cada persona, y es mejor no decir si son
cinco o diez, pero son pocas, muchos de vosotros ya debéis
estar entrando en la fase siguiente; después aparece el deseo
acostumbrado, es lo
que hicimos siempre, son nuestras manos, nuestro cuerpo, el que va a
por el tabaco; eso dura un poco más, hasta
que creas nuevos hábitos y nuevos automatismos, pero esa fase no es
ya tan intensa, es
molesta pero no "duele", es más larga, pero cada día
notas con claridad que vas mejorando; tampoco voy a dar cifras porque
no las sé, pero si tuviera que aventurar algo, diría que sobre
los seis meses,
(como siempre, por favor, entendedlo así, cada persona somos un
mundo diferente, que nadie se asuste si llega antes o más tarde).
Y
después está el resto de la vida, somos fumadores "en
excedencia", y así queremos seguir siendo; y NO ES DIFÍCIL, es
cierto que hay que estar atento, que a veces te sorprende la
intensidad momentánea del
deseo que aparece después de años (y
desaparece en instantes), pero se vive con normalidad, sin
sentirse mal.
Que
nadie piense que la vida del ex-fumador es una vida de represión,
para nada; todo lo contrario, es una vida de ilusión, y de
autoestima alta (en este tema, tampoco nos convertimos en
superhombres o supermujeres), nos hemos limpiado por nuestros propios
medios, con nuestra propia y exclusiva fuerza, y eso gratifica y
justifica lo mal que lo hemos pasado en su momento.
Perdonad
por el tocho, no sé si lo he conseguido pero quiero transmitir un
mensaje de optimismo, después de un breve camino de dureza, viene un
largo camino de tranquilidad, hay que seguir andando, pero se respira
bien.
-He leído que es difícil, pero quiero controlar el peso. Pasé una década viendo sin demasiados dramas cómo cada
año ganaba un kilito que nunca se iba, pero ya con 73 kg empecé a controlar ciertos hábitos y alimentos; bajé lentamente a 68 y aún estaba en proceso. Ahora siento un hambre
voraz que no se va, tengo que aprovisionarme de infusiones y
acostumbrarme a tomarlas sin azúcar o voy a salir rodando.
-El cuerpo me pide deporte para soltar esta ansiedad, pero tengo
miedo de desmotivarme si voy a correr y me asfixio como siempre. En el
parque el ayuntamiento va a poner todas las tardes un monitor haciendo algo: pilates,
yoga, etc. La verdad es que no tengo excusa, es gratis, está cerca y
son actividades suaves.
Hace mucho que no escribo fuera de lo académico, ni siquiera
para mí, lo echaba de menos.