La cena

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Inuga
23 Octubre 2016

Fumé.

Fumé una calada de un cigarrillo de liar. Creí que echaría los higadillos pero no. 

A la hora otra calada. Esta vez de un cigarrillo. No aspiré fuerte porque no me atrevía. Tenía miedo de un ataque de tos y de hecho así fue, tosí bastante. Y sin embargo, a la hora fumé otra calada con su consiguiente ataque de tos. 

La verdad es que no me siento mal. Estoy en el tren de vuelta a casa. Aún no me he echado a dormir. Ha sido una fiesta destroyer total donde se ha permitido fumar en todas partes y donde nos hemos bebido hasta el agua de los floreros. He fumado tres caladas en total y no he sido capaz de fumar más. Qué asco...

Ahora en el tren de vuelta, me huelo la ropa a parranda y a tabaco y pienso en el hedor que desprendo y en el chico que está sentado a mi lado. Pobrecillo. Habría estado bien ser capaz de no fumar nada pero teniendo en cuenta mis expectativas sobre hoy y que me veía volviendo a fumar como una carretera, la verdad es que no me quejo. Para la siguiente, eso sí, ni una calada porque desde luego es una gilipollez.