Hola!!
No puedo evitar pensar que el 2016 fue un año
que, sin ser fatídico, definitivamente no me gustó, la vida puso pruebas y
obstáculos un tanto difíciles que, sin embargo, fueron más o menos superados.
Dejar de fumar no fue una de esos obstáculos o una
prueba que me puso la vida, fue una decisión únicamente mía y me alegro de
haberla tomado, sin duda alguna. Fue algo que me propuse y cuyos resultados no
pueden aún visualizarse al 100%, pero empezaron a notarse hace tiempo.
Desde el 1º de abril de 2016 (cuando dejé de
fumar) hasta el 19 de octubre del mismo año me sentí “rara”, no sé cómo explicarlo,
era una sensación de no ser yo, no dolía, no me incitaba a fumar, pero ahí
estaba, presente día y noche, ese “algo” era como una incomodidad que me seguía
a todos lados, no parecía hacer daño, pero tampoco me gustaba.
De repente, el 19 de octubre, 6 meses y medio
después, se fue, se esfumó esa rareza y me permitió ser nuevamente yo. A partir
de ese día me sentí como antes, como siempre, regresé de no sé dónde, volví a
ser la misma.
Hoy me siento bien y aunque parezca extraña la
comparación, creo que significa que llegó un momento en que mi cuerpo y mente
se emparejaron después de haberles dado un “reset”, como si hubiera reiniciado,
purgado o limpiado de virus el sistema.
Que me sienta como antes no significa que me he
confiado, no significa que bajaré la guardia, apenas son 10 meses de abandono
del tabaco, es poco tiempo para cantar victoria, esta es una lucha de largo
plazo, es una batalla que me llevará años, pero eso sí, años libres de humo.
Besos y mi cariño para tod@s.